La lucha contra la pobreza no se concibe como un esfuerzo desconectado de la política macroeconómica. La política macroeconómica concilia una diversidad de objetivos y es en ese contexto de objetivos múltiples que debe encararse la lucha contra la pobreza utilizando todos los instrumentos disponibles. Esto entraña complejos desafíos porque no es sencillo realinear intereses, redireccionar políticas y recursos, cambiar perspectivas y movilizar voluntades que permitan ofrecer oportunidades a los sectores postergados.
La política de gasto público, la política fiscal y la política monetaria son piezas centrales de la estrategia macroeconómica del país y tienen directa incidencia en la lucha contra la pobreza. En lo que hace al gasto público, su estructura y las fórmulas de financiación escogidas (política fiscal) son tan importantes como el propio nivel del presupuesto. Cuando se decide la estructura del gasto público y se distribuye la carga entre contribuyentes, se configuran parámetros fundamentales de la lucha contra la pobreza. De igual forma, la política monetaria afecta de manera decisiva el valor de la moneda, la capacidad adquisitiva de los salarios y la disponibilidad de crédito para financiar la actividad productiva de pequeños y micro emprendedores, todas variables claves que actúan también como parámetros en el esfuerzo por derrotar a la pobreza.
Este es un tema complejo porque es cierto que las políticas macroeconómicas condicionan los procesos de inclusión solo que, al mismo tiempo, existen proporciones y relaciones técnicas entre variables macroeconómicas que es imposible ignorar: los senderos de crecimiento que permitan abatir la pobreza deberán encontrarse en ese complejo entramado de múltiples relaciones. Si se preservan los equilibrios macroeconómicos esenciales será posible alterar la estructura de esos grandes agregados y reasignar recursos en función del objetivo de abatir la pobreza.
Lo que sucede es que los grandes agregados macroeconómicos presentan rigideces a la hora de alterar su conformación ya que están sustentados en una determinada correlación social de fuerzas y en la habilidad de los diferentes sectores por imponer o conciliar puntos de vista e intereses. Es en ese nivel que se comienza a jugar la suerte de la lucha contra la pobreza: si hubiere espacios y recursos reasignables para facilitar la movilización productiva de los pobres no se requerirán cambios de orientación económica; si así no fuese, un profundo ajuste macroeconómico pasaría a ser condición necesaria para poder llegar a abatir la pobreza.
Fuente: hoy.com.ec
--Daniel Escobar
EES
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